PREGON DE LAS FIESTAS DE LA VILLA 2007

Por José Cano Ortega.

 

         Sr. Alcalde, autoridades, miembros de la Junta Directiva de la Asociación, vecinos y amigos todos.

         En primer lugar quiero agradecer a Paco Collado, la confianza que ha puesto en mí al pedirme que este año me encargara de dirigiros unas palabras. Pues  con este motivo, empezaron como en otras ocasiones a desfilar por mi mente todas las vivencias acumuladas desde la infancia, esa época de la vida donde no hay problemas, ni prisas, el tiempo prácticamente no existe, sólo las personas. Y de nuevo me doy cuenta que en este lugar he tenido las mejores experiencias, esas que  más me han servido para desarrollarme como persona.

Voy a empezar a contaros mis primeros recuerdos sobre la celebración de esta fiesta. Me parece estar viendo a los dos misioneros que estuvieron con nosotros unos días de los años 1964 a 1966. Con ellos, participé en las primeras Eucaristías de las que soy consciente, celebradas en el habilitado pajar de Antonio Molina por todas las mujeres que se encargaban de engalanar las paredes con sus mejores colchas y sábanas. Allí, nos daban charlas y por las mañanas bien temprano, con  megáfono en mano nos requerían para rezar el Rosario de la Aurora. 

         Como recuerdo de esta convivencia, se construyó en esta Plaza una Cruz que se inaguró el día 2 de Abril de 1966 y en conmemoración a este hecho, se empezaron a celebrar las fiestas.

         La celebración de éstas, al igual que hoy, constaban de una parte religiosa con la celebración de una Eucaristía, que se oficiaba delante de la Cruz adornada con pedestales, macetas y con los paños del descendimiento  que encargó bordar mi abuela Anica.

         Y de una parte lúdica, que era la que más nos atraía a los niños. Como la celebración en la era de Higueras, del tradicional y competitivo partido de fútbol entre los mozos locales y el equipo de Huelma, o participando en las cucañas, en las carreras de cintas con bicicleta y asistiendo a la verbena, en la nave de Jesús.

         Así, se estuvieron celebrando durante unos años, interrumpiéndose debido a una fuerte emigración. Hasta hace cinco años que se han vuelto a reanudar. Las dos primeras organizadas por la Hermandad del Santo Entierro y las otras por la  Asociación de Vecinos.

         Pero en paralelo a estos recuerdos han venido a mi mente otros muchos, que me permiten asegurar que las personas de aquí, tenemos un “algo especial”, difícil de explicar si no se cuenta cómo vivimos.

De nuevo aparece mi infancia y adolescencia vividas en comunidad, ya que aparte del cariño y los cuidados  recibidos de mis padres y familia, en cualquier casa me sentía tan seguro como en la mía y tratado como uno más de ellos.

         Digo vividas en comunidad por que siempre estábamos juntos en la escuela o después jugando al fútbol, al escondite, a la lima, echando carreras con las bicicletas y en verano, además, corríamos los pollos de perdiz, buscábamos nidos y algún charco o alberca para bañarnos.... y así un montón de vivencias compartidas.

         También recuerdo con especial agrado las conversaciones llenas de sabiduría que mantenían los mayores, ésa que da la vida y que aquí como sabéis se vive intensamente, al depender de las inclemencias del tiempo: de las sequías, heladas,  tormentas, granizadas etc. Raro era el año que no ocurría una u otra, pero nadie se desesperaba, ni se daba por vencido. Cuando llegaba la época se volvía a sembrar con la misma ilusión, sin desaliento. De este modo nos fuimos impregnando de unos valores que nos han hecho como somos hoy. Aprendimos que hay cosas en la vida que dependen de nosotros y otras que no, pero si algo sale mal hay que volver a empezar, a que el esfuerzo sí vale la pena, a ser constantes, responsables, asumir responsabilidades, honrados, a confiar en los demás, a respetar las opiniones o ideas diferentes y otros muchos valores hoy en desuso. Creo que estos valores nos han dado a las personas del Campo del Moral, ese “algo especial” del que os hablaba.

         Para terminar quiero hacer tres manifestaciones:

La primera, tener un cariñoso recuerdo para los dos convecinos que este año nos han dejado, la afable Dñª Mercedes Molina y mi tio Pepito Fargas que tenía todas las cualidades que hacen que una persona sea inolvidable.

         La segunda, animar tanto a la Junta Directiva como a todos los miembros de la asociación a seguir luchando para hacer de este lugar un sitio más cómodo y agradable para vivir. Y daros ánimo para que continuéis organizando esta reunión anual y familiar.

         La tercera, es más bien un deseo ya que como decía el poeta Antonio Machado en su poema Caminante:

                   Caminante son tus huellas

                   el camino y nada más.

                   Caminante, no hay camino,

                   se hace camino al andar.

         Nosotros hemos caminado juntos y en ese caminar hemos hecho un camino especial, que no es otro que nuestra manera de entender la vida y de cómo la vivimos.

         Pues bien, esto que hemos conseguido no se puede quedar en nosotros, sino que tenemos que trasmitírselo a las generaciones que nos siguen para que perdure en el tiempo.

         Muchas gracias y ¡ FELICES FIESTAS!      

 


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